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martes, julio 18, 2017

Política Nacional de Cambio Climático

El objetivo de la Política nacional de cambio climático es incorporar la gestión del cambio climático en las decisiones públicas y privadas para avanzar en una senda de desarrollo resiliente al clima y baja en carbono, que reduzca los riesgos del cambio climático y permita aprovechar las oportunidades que este genera.

Para alcanzar este objetivo, en la política se organiza la gestión del cambio climático en Colombia con el propósito de influir en las decisiones públicas y privadas más relevantes que definen el desarrollo del país, con el fin de integrar a estas decisiones acciones de adaptación y mitigación.

Dada la naturaleza de los riesgos asociados al cambio climático, se considera primordial adoptar una visión territorial, que valore articuladamente iniciativas sectoriales de desarrollo, como base para lograr una gestión del cambio climático acertada y efectiva. Para esto, en esta política se proponen una serie de estrategias territoriales generales y sectoriales, de alto impacto para la adaptación y la mitigación, y unos lineamientos para su articulación (que definen la lógica de interacción entre ellas) que buscan optimizar la combinación de distintos criterios y elementos en un mismo territorio, necesarios para relacionar el análisis de adaptación y mitigación con decisiones relevantes de desarrollo.

Las siguientes son las estrategias territoriales que se proponen: desarrollo urbano resiliente al clima y bajo en carbono; desarrollo rural resiliente al clima y bajo en carbono, y manejo y conservación de ecosistemas y sus servicios ecosistémicos para el desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima.

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lunes, junio 26, 2017

Arqueología del Metro de Bogotá


Arqueología del Metro de Bogotá


Por Néstor García Buitrago
27 de enero 2016

Vale intentar esta profilaxis a manera de profundo exutorio ante esa manía postmodernista de creernos los primeros y únicos gobernantes esclarecidos en acertar sobre los asuntos de la cosa pública. En el caso del Metro de Bogotá no vaya a ser que por porrazo del espíritu santo alguien nos sorprenda con verdades reveladas como las de aquel obispo irlandés James Ussher que en el año 1650 fechó la creación de la Tierra para el atardecer anterior al domingo del 23 de octubre del año 4004 a. C.

En la idea de un Metro para Bogotá llevamos 74 años de carretazos, desde la primera propuesta presentada en 1942 por Carlos Sanz de Santamaría, pasando por las ganas de Fernando Mazuera en 1949, Jorge Gaitán Cortés en 1966, Alfonso Palacio Rudas en 1975, Hernando Durán Dussán en 1980, Julio César Sánchez en 1987, Samuel Moreno/Clara López en 2011 y Gustavo Petro en 2015.

Qué pena con el vecindario, Bogotá capital de la tercera economía de América Latina y sin Metro. En Brasil 10 ciudades con Metro, 4 en México, 4 en Venezuela,  3 en Chile, 3 en Argentina, además de los Metros de Lima, San Juan, Santo Domingo, Ciudad de Panamá, Quito y Medellín. Bogotá y Montevideo están en lo mismo, todavía pensando la necesidad del transporte de forma multimodal entre tranvías, trenes, bicicarriles, semaforización inteligente, deprimidos, dobles niveles, bypass, calles peatonales, ramblas, cables y peajes urbanos de cara a la calidad de vida de sus habitantes y la competitividad. Pero, si en Montevideo buscando anticiparse al inminente colapso de su movilidad, en Bogotá con la movilidad ya colapsada donde la única tecnología de punta pertinente y efectiva al desamarre del trancón sería la funcional bicicleta.

Mientras tanto, en 1993 el presidente César Gaviria con recursos del presupuesto nacional ya había financiado 100% el Metro a los pechugones de Medellín y éstos después le pondrían conejo a la Nación, es decir, sin ponerse a discutir si subterráneo, superficial o aéreo los paisas harían su Metro “express” que era el construible con la plata aportada exclusivamente por la Nación, el que les saldría gratis a cuenta de todos los colombianos. Ernesto Samper, fincado en el Plan Nacional de Desarrollo 1994-1998 establecería un Sistema Integrado de Transporte Masivo SITM para Bogotá, luego adoptado por Mockus en su Plan Distrital de Desarrollo 1995-1997 a manera de un marco del Sistema Integral de Transporte Público Urbano, y en el diseño de Metro expuesto en 1996 por la Agencia de Cooperación del Japón JICA en el Plan Maestro de Transporte Urbano para Bogotá con una primera línea del Metro de 25 kilómetros con eje troncal por la Caracas, aprobaría en el CONPES 2999 de 1998 un Sistema de Servicio Público Urbano de Transporte Masivo de Pasajeros para la ciudad de Santa Fe de Bogotá.

Le correspondería a Samuel Moreno (http://www.elespectador.com/noticias/bogota/mas-de-70-anos-sin-metro-bogota-articulo-547135) recibir de la firma española Sener los estudios y el diseño conceptual del trazado de una primera línea de 34,5 km, 18 en túnel, seis semienterrados y 10,5 en superficie con 33 estaciones, que sale del portal de las Américas a la estación de la Sabana, de ahí el tramo oriental subterráneo por vías circundantes a la Caracas hasta la calle 100, en superficie hasta la 127 y por línea férrea hasta la 170. En el 2013, Gustavo Petro continúa con los estudios de detalle, financiados por el Banco Mundial y liderado por Euroestudios, con recorrido similar al de Sener, pero sólo hasta la calle 127, recortado a 27 km y totalmente subterráneo, al hipotético costo total de US$7.500 millones. Así, el costo por kilómetro/Metro que Samuel Moreno presentó en Washington (enero 28 de 2011) ante el Banco Mundial ha saltado de los casi US$100 millones de su estudio a los US$250 millones del último estudio.

También, y sin juicios de valor, describamos cómo a solicitud de Samuel Moreno desde el Acuerdo 458 de 2010 se autorizó un cupo de endeudamiento por ochocientos mil millones de pesos ($800.000.000.000) destinados exclusivamente al inicio de la construcción de las obras de infraestructura de la primera línea del Metro pesado de Bogotá, dejando a la siguiente Alcaldía la presentación ante el Concejo el respectivo proyecto de Acuerdo por medio del cual se incorporarían estos $800.000millones al Presupuesto Distrital. En consecuencia, la Administración Petro presenta el proyecto de acuerdo 091 de 2012 para ajustar el presupuesto distrital de 2012 incorporando los ochocientos mil millones con destino, no al Metro pesado, sino a un Tranvía o metro ligero por la 7ª constitutivo del Sistema Metro. Y he aquí la sutileza, el Concejo hablando de Metro y Petro de un “sistema metro”, cambiazo este que enredaría el debate y de contera perder valioso tiempo para el inicio del Metro.

En el pulso, el Alcalde Petro interviene personalmente en las discusiones ante el Concejo, pero en primer debate la Comisión de Hacienda no le sigue la idea al Alcalde y decide en cambio aprobar la incorporación en el Presupuesto de los recursos con destino exclusivamente al Metro; en el siguiente debate de la plenaria del Concejo, como se anticipaba la misma decisión de la comisión de Hacienda, en medio de la votación Petro decide retirar el proyecto de Acuerdo. Hasta acá, en la implementación del Metro se ha dejado pasar todo el primer 2012. Un año después de retirado el proyecto de acuerdo de los $800.000 millones para el Metro, el Concejo Distrital en octubre de 2013 a solicitud del Alcalde le aprueba un cupo de endeudamiento por $3.8 billones para obras de infraestructura, e incluye de nuevo los $800.000 millones pero reiterando que debían estar destinados exclusivamente para el Metro. Después declararía Petro que debido a los intereses de su concuñado Carlos Alberto Gutiérrez en la APP que iba a construir el Tranvía de la séptima había decidido cancelar esta obra.

Por fin, el 10 de julio de 2014 se presentan los estudios finales de la primera línea del Metro de Bogotá, restando sólo abrir la licitación. Esto le merecería a la periodista Natalia Arenas del portal periodístico La Silla Vacía titular su nota con un lapidario “después de muchas vueltas, Petro hará el Metro de Samuel Moreno”, advirtiendo que cuando Petro llega a la Alcaldía en enero de 2012 solo hacía falta una firma para contratar los estudios de ingeniería básica del Metro, pero el redireccionamiento de último momento dado por el Alcalde sólo había tenido el efecto de retrasar innecesariamente el proceso. Retraso que se hubiera evitado de haber incorporado al Presupuesto Distrital los $800.000 millones tramitados por la Alcaldesa Clara López y aprobados por el Concejo Distrital desde 2011 para el Metro de Bogotá.

No obstante, ahora que entre unos verdaderamente indignados y otros oportunistas nos hemos enfrascado en las cuentas de la lechera debatiendo si Metro subterráneo, aéreo o superficial, sin sopesar con responsabilidad que ya se aceptó que la Nación aportara $9.2 billones, dizque correspondiente al aporte del 70% que por ley está obligada la Nación, lo que procede es poner el asunto en blanco y negro.

Otra cosa sería esta discusión si en su momento el Distrito le hubiera exigido a la Nación que aportara el 70% de USD 7.500 millones que serían a precios de la tasa de cambio de hoy (mañana la volátil tasa de cambio dirá si es más o si es menos) realmente $18 billones, muy lejos de los $9.6 billones del cheque chimbo dado por Santos y que el Distrito le recibió a satisfacción con parafernalia de foto y demás.

Pero, desde el 25 de mayo 2015 en que a la salida de un Conpes el Distrito acepta tomarse esa foto recibiéndole a Santos un cheque por $9.6 billones (70% del Metro) está resignándose a construir un Metro de $13.6 billones. La discusión sobre si el Metro es subterráneo o superficial queda determinada por esta variable rígida de su cierre financiero y acá y no en otro aspecto debe centrarse el debate. Qué tipo de Metro puede dársele a la ciudad con $13.6 billones. ¿Alcanzarán para un Metro subterráneo? ¿Será que sólo para uno aéreo o superficial?


Ya el 6 de agosto de 2015 el Alcalde Petro anunciaba disponer en caja del 30% correspondiente y le empezaba a pedir al Presidente Santos que le hiciera efectivo el cheque para el Metro de Bogotá http://hsbnoticias.com/noticias/bogota/petro-pide-santos-hacer-efectivo-cheque-simbolico-con-recu-151863.  Pero hoy 27 de enero de 2016 que amanecimos con una tasa de cambio de $3.370 por USD 1, de los USD 7.5000 millones ($26 billones) del Metro subterráneo presentado inicialmente por el Distrito sólo podría construirse un Metro de $13.6 billones. ¿Cuál con esta financiación tope? Porque nadie osaría discutirle a nuestro Pambelé que en su leal sabiduría y simpleza nos diría que es mucho mejor Metro subterráneo que Metro superficial.

Nuestra pelea por el Metro no puede soslayar que lo primero es hacer efectivo aquel cheque pantallero de gran formato y que la Nación no vaya contra la ley, puesto que hoy el 70% aportado por la Nación tendrían que ser $18 billones, el doble de su cheque chimbo. Aunque es de esperar que el prestidigitador Santos nos salga con el cuento de que la ley lo obliga a la sostenibilidad fiscal y, por tanto, vuelva a ponerle conejo a Bogotá.

Mientras esperamos que la Nación aporte efectivamente esos $18 billones que son el 70% de USD 7.500 millones, y de no tomar como hecho cumplido los $9.2 billones aportados por el chichipato Santos, el Metro de Bogotá tendría que esperar otros 74 años más.

En razón del recato que nos da la crítica y la autocrítica sincera, quedamos a la espera de los argumentos que aclaren la confusión sobre la diferencia entre un Metro subterráneo debidamente financiado y un Metro subterráneo desfinanciado que corre el riesgo de quedarse enterrado a mitad del túnel igual que las dos tuneladoras del gran interceptor que tributaría las aguas servidas de la ciudad al Río Bogotá y que siguen enterradas porque es más costoso recuperarlas que dejarlas ahí abandonadas.

Invocamos la objeción de suficiente ilustración para eximirnos por ahora de formar parte de las barras bravas del #MetroSubterráneoYa, y ponernos al frente de la exigencia #SantosPongaEseBilleteYa.

martes, mayo 16, 2017

Revocatoria de Peñalosa

No estoy de acuerdo con la revocatoria de Enrique Peñalosa. En esencia, por la misma razón por la que no estuve de acuerdo con la revocatoria de Gustavo Petro.

Las dos elecciones comparten una característica similar, los mandatarios Petro y Peñalosa, fueron elegidos con una votación minoritaria, 32.22% y 33.10% respectivamente. Es decir, la mayoría de los votantes no quiso que ellos fueran elegidos como alcaldes de Bogotá; las mayorías votaron por candidatos diferentes al ganador (con votación minoritaria), estos resultaron elegidos porque el voto mayoritario se dividió entre diferentes candidatos.

Cualquier proceso de revocatoria del mandato en estas condiciones, increíble pero cierto, resulta en tremendo atropello contra una minoría, la minoría que resultó elegida para gobernar los destinos de la ciudad. No estoy diciendo que estoy en contra de la revocatoria como figura de control y participación ciudadana, ojalá que haya muchas revocatorias, pero en este caso especial, la revocatoria de Peñalosa, resulta tan anti democrática como la de Petro.

Desde luego que siempre tendrá todas las posibilidades de éxito una revocatoria promovida por una mayoría derrotada y enardecida contra una minoría triunfante. Los gobiernos de Petro y de Peñalosa representan a minorías; en un Estado Social de Derecho revocar a un gobierno minoritario no debería ocurrir. Por esta razón fundamental me opuse a la revocatoria de Petro y hoy me opongo a la revocatoria de Peñalosa.

Para que sea democrática, al menos desde mi humilde perspectiva, son quienes votaron por Peñalosa los llamados a revocarlo. Son los que le dieron el sí a su programa de gobierno los que podrían sentirse decepcionados y altamente insatisfechos. Los que podrían exigir el cumplimiento estricto del programa de gobierno; quienes no votaron por Peñalosa no deberían exigirle que cumpla su programa, pues nunca estuvieron de acuerdo con él, tanto así que votaron por un programa diferente.Tiene esto de largo como de ancho, porque el alcalde es alcalde de todos los ciudadanos y no solo de quienes lo eligieron. ¿Solo quienes lo eligieron deberían revocarlo?; sería lo justo.

Pero nos encontramos con un problema práctico ¿cómo saber quienes son los ciudadanos que hacen parte de ese  33.10% que lo eligió?, además, resulta también anti democrático privar, a los que no hacen parte de ese porcentaje, su derecho a la participación y al uso de la figura constitucional de la revocatoria.

Para evitarnos esta discusión, los alcaldes y gobernadores en Colombia deberían elegirse como el Presidente, en doble vuelta, para que el elegido, lo sea con al menos la mitad mas uno de todos los votos y así garantizar una elección mayoritaria.

De otro lado, El ejercicio de revocatoria en Bogotá fue muy interesante hasta que fue tomado por Petro y sus seguidores. Politizó un sentimiento ciudadano, lo convirtió en caballo de batalla de su candidatura presidencial. Su ambición política personal se tiró el esfuerzo de los ciudadanos. No tienen los bogotanos por qué pagar su incapacidad de construir proyecto político colectivo y su error gigante de no garantizar un sucesor/a de su corriente.

Permitamos que Peñalosa termine su gobierno y que realice su programa. Ganó en franca lid y respetando las reglas de juego. Lo mismo pedí para Petro.

Néstor Daniel García Colorado

Carta a Claudia López



Respetada Claudia, 

Le escribo esta carta corta porque necesito dar un paso adelante, no quiero seguir estancado en la campaña de 2015 ni por sus declaraciones en mi contra, durante estos dos años esas pocas palabras me han determinado; las sigo considerando injustas y desproporcionadas, pero es para mí el momento de sanar y continuar.
Es evidente para todos los colombianos que usted es una mujer inteligente, valiente y guerrera, para mí también lo es. Lo que usted dijo sobre mí, no salió de la nada, no fue un acto de irracionalidad, existían elementos objetivos que analizándolos parcializadamente daban para concluir lo que usted concluyó; pero no, bajo ninguna circunstancia, para decir en medios de comunicación nacionales que yo “soy un delincuente”, tal como usted lo hizo. Creo que todo se hubiera aclarado con un diálogo entre nosotros para exponerle mi punto de vista, (escuchar a la otra parte) oportunidad que nunca me dio previo a sus declaraciones, la oportunidad que sí tuve (vía email) para explicarle cada una de las condiciones políticas y humanas de los integrantes de las listas para el concejo en los diferentes municipios del Quindío.

El aval discutido lo firmé luego de un diálogo con Navarro Wolff quien entre otras cosas me manifestó “Estoy con Claudia y ella dice que respalda lo que tú decidas”. Fue un error, mi error como muchos de los que se cometen en las diferentes actividades políticas, académicas y en la vida misma. Error que de todo lo malo, tuvo consecuencias positivas, como permitir que la lista al concejo de Armenia mantuviera todos los candidatos y que se pudiera elegir una concejala de la cual me siento muy orgulloso.
He tenido rabia en mi corazón, me sigue doliendo. Pero es el momento de sanar. Nada de lo ocurrido me pondrá del lado de quienes la atacan, no quiero, por esa rabia, coincidir con quienes ven en usted un peligro, me niego a quedar de parte de todos los que se burlan de usted y la critican injustificadamente por su estilo o condición; no me iré para el otro lado. Para mí esto termina aquí, tal vez esperando alguna rectificación, lo apreciaríamos mucho mi hija y yo. Decidí no judicializar esta situación porque no haré parte de quienes quieren “joderle la vida”. Me alegraría mucho que triunfe (más) y  me alegraría más verla como presidenta de Colombia. Yo seguiré haciendo política independiente en el Quindío, consciente de que usted representa mucho de lo que yo he querido hacer en la política, usted lidera la agenda correcta.

En mi corazón esto ha quedado superado y seguiré adelante soñando y trabajando para tener un mejor país.
Un abrazo y adelante siempre


NESTOR DANIEL GARCIA